viernes, 24 de febrero de 2012

me llamo...

Alguien me preguntó por qué tu blog se llama Aníbal Gulluni. Entiendo ( creo entender) la pregunta. Digamos: por qué no se llama "Brisa de vocablos", o "Niebla discursiva sobre fondo de esperanzas truncas", o "Amaneceres en el bondi informático", o "Tostadas con leber", o así... Mi pensamiento fue quizá básico pero me convenció: mi nombre no designa más que una primarísima identidad. Un espacio bastante vacío es el nombre propio. Una hoja bastante virgen, que podría llenarse con tantísimas cosas... y tan diversas. Es poco probable que me arrepienta de llamarme Aníbal Gulluni, porque no dice mucho más que eso: Aníbal Gulluni. Una marca que contiene sin caracterizar su contenido. Extrañamente alivia. No sé si soy bueno, si soy malo, si soy actor, literato, poeta, músico, guitarrista, flautista, huraño, sociable, homicida, transportista de caudales, ansioso, apático, belicoso, o ruin... Quién lo hubiera dicho? El nombre libera.

2 comentarios:

  1. ¡Quién lo hubiera pensado! Cualquiera, yo, de pensarlo, hubiera pensado todo lo contrario. Mirá qué vuelta de rosca me dejás dando ...

    ResponderEliminar
  2. Claro, uno cualquiera (un yo cualquiera) hubiera pensado que el nombre emplaza, fija, establece... pero claro, AnibalGulluni ni es un yo cualquiera. Y lo que dice es bastante cierto, Brisa de Vocablos amarra más que los nombres propios.

    ResponderEliminar