viernes, 24 de febrero de 2012

El sorbo del final...

Un relato por ejemplo. Una historia, por ejemplo. O bien un ritmo. O bien un esbozo melódico. También, claramente, podría ser un gesto. Sí, eso garpa. Eso vende. Eso... el tema del cuerpo. Vende lindo. Puras imágenes... también. Vale. Firmo. En medio de la escritura, salir a trotar. Continuar la escritura por otros medios. Todo es pluma, todo es cuerpo... el tema del cuerpo. Ideas, miles de ideas. En medio de las ideas, quizá, respirar. Respirar, entendés? volver a la nada. A lo básico-básico. Ningún ser, ninguna entidad. Nada de historia entonces, nada todavía. Ese vacío... es una manera, un enfoque, ponele que haya miles... el humor, claro! Eso es el humor. Faltó decir que soy argentino. En qué? y cómo? y hasta donde? Los límites de la patria, en mí, la Patria en mi. Mi patria, claro, como si otra cosa, como si adentro mío... tampoco retorcerse de más. Llega un punto en que lo humano se asfixia, lindo tu laberinto pero pará... pará la moto, para la obsesión, pará el precipicio, la afición al solipsismo... qué próximo está a la masturbación. En fin, maneras de conocerse, de exorcisarse, de... Muchas veces sueño con café. Muchas veces su ausencia me inspira, me sostiene, cual la zanahoria al burro. He pensado muchas veces que todo transcurre entre cafés, como si la cosa, la superficie habitable del universo fuera casi únicamente ese primer sorbo, o ese instante en que el aroma nos desvirga, nos embriaga... y luego, ya, el asqueo, o el ajetreo, el fastidio, los arrebatos, el tironeo, el correr, el subir, el bajar, el trazar diagonales, el hacer llamados, el arrojar flechas, el esperar tretas, el sospechar amenazas, el sembrar inquinas, el seducir y el ser seducido, hasta que... una nueva boya, un momento-café. Así quizá en la Edad Media consideraban a la vida como un... quiero decir, que entonces para ellos el Cielo era el café. Un eterno café que venía después. Tras la tribulación infame de la vida. Confieso pues que hace un tiempo me sostiene esta excusa. Hace un tiempo que tecleo y tecleo saboreando ese porvenir. Puedo sostener esta viducha ( no te tires abajo, no te tires abajo), puedo sostenerla con el sencillo acto de prometerme un encuentro con él, con ese pocillo, esa taza ( sus rasgos externos importan MUCHO). La literatura, la música, la danza, la actuación... excusas. El café, pues... otra gran excusa tal vez. Todo se desdobla y se revierte como una campera de esas... reversibles... excusas complementarias. Una vez en una libretita ruinosa escribí esto, surgido quizá de mis tantos momentos de maravilla y desconcierto ante el campo Femenino: "a veces las cosas que hacemos son excusas para conseguir mujeres. A veces las mujeres que nos proponemos conseguir, son excusas para hacer cosas". See... a veces las comillas le dan a las cosas una relevancia que no tienen.

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