lunes, 11 de febrero de 2013

Cuento o idea o sucesión de formas asociadas al sueño y su potencia condensatoria, a su pavorosa y estremecedora libertad de conjunciones y disociaciones y sincronicidades

   
                                                                                                        ...para Ale y Casandra



        Estar muerto. Me desperté sintiendo un peso enorme en los pies, pensé: estoy muerto. Sé, pensé, que puedo abrir los ojos. Sospechosamente, no lo deseo. Estoy muerto. Es esto, morir. No obstante, pensé, escucho el ventilador girar. No obstante, pensé, percibo mi cuerpo. Esto es estar muerto. No querer despertar. Sentir que puedo hacerlo, que podría si quisiera. Oigo sonidos hasta de la calle. Pero estoy quieto, muerto.

     Imaginé al personal cosiéndome la boca, por poco sentí el pegamento, el maquillaje mortuorio. Ahora, ahorita abro los ojos. No, estoy tan plácido, tan libre. Ya, solo por probar... ya no, en un rato. Se está bien así. Se está tranquilo así. Puedo pensar sin presiones, mis pensamientos, librados del cuerpo, no tienen la obligación de inducir otra acción, cada pensamiento es una bola de billar sobre el paño de un Cosmos ilimitado... derivar, derivar, derivar...

...un ladrido de perro, de mi perro... ¿tengo perro? Estoy muerto. Nada se presenta a mi bajo la forma de santo, de Dios o de prado verdeante capaz de cobijarme. Aquí, muerto en mi cama, soy esto, un muerto en su propia cama, con la eternidad por delante, en la que para siempre sonará su, mi ventilador, en la que para siempre sentiré, sentirá que es capaz de levantarse, de sacudirse la serena placidez de la muerte. Mas no, mas nunca, nunca más.

    Quieto. Me esmero, me esmeré, me esmeraré, ya que el Tiempo como lo conocía, como lo conozco, acaso carezca de validez, entonces, esmerarse por percibirlo todo, cada centímetro de mi así llamado cuerpo... los pies. ¿Por qué el peso en los pies? ¿por qué y hasta cuando estos hormigueos? ¿hasta cuando esta sutil forma de cosquilla que llamamos, llamo, se llama razonar, concatenar imágenes? ¿hasta cuando, hasta dónde tiene sentido intentar comprender cuando se puede soñar, cuando parece que la materia de las cosas, de todo lo que nos es dado, tiene substancia etérea, tiene la textura del sueño?

    Estando vivo, mientras vivía, cuando vivo, oí de Borges y de Shakespeare, soñé de un Dios que soñaba a Shakespeare y de un Borges que soñaba a Dios, soñé de mi mismo y de la Historia Universal, soñé de sueños y vigilias, soñé ficciones o inventos, y ahora escucho simplemente un ventilador, y rememoro, o invento, o navego.

     Recuerdo ahora (sic) ahora se me viene, viene, la cuestión de haber sido, de ser actor. Qué es eso me pregunto mientras insisto en morir, en habitar la suave tersura del estar muerto, el acolchonado devenir nada, qué es actuar, qué fue para mí que soy todos... no solo actuar, también imaginar, pero sí, actuar como manera acaso de anticipar la muerte, si la muerte es esta extraordinaria ( y decepcionante) libertad, actuar es ir restándole importancia a la sensación de ser algo, actuar es el tránsito mediante el cual se deja de ser, actuar es dejar de ser, y se deja de actuar cuando se delimita en exceso una criatura, ser es entonces una pausa en una cadena permanente de actuaciones, sí, puede ser, puede actuar, debiera decir, debiera soñar, debiera quizás abrir los ojos y escribir todo esto, apagar el maldito ventilador, llamar a mis amigos, organizar una lectura, una leída, una pachanga, sacudirme esta modorra intelectual, bailotear, danzotear, convocar a la lluvia, limpiar mi terraza...

...cosas que los muertos no hacen, cosas de las que por estar muerto estoy eximido. Eximido de ser, devengo muerto, noble muerto, impávido y activo bajo mis párpados mudos. Así estoy.

    Quien esto lea ( qué es leer?) participa tal vez de mi sueño, o yo del suyo, y juntos pues estaremos buenamente difuntos, difundidos, fundidos, alegremente quietos en esta insospechada forma de eternidad.

     Estaría tentado de pedirnos que no abramos los ojos, pero sé que eso obedece al deseo singular de cada uno, y que, por una extraña armonía celeste ( o negra o marrón) cada deseo singular y el conjunto de los deseos obedece a un mandato supremo e inescrutable, que por ser tan supremo e inescrutable acaso ni valga la pena considerar.

     Haced pues cada uno lo que le venga en gana.

     De mi parte, amortiguado el miedo al fin, puede que nunca me haya sentido más vivo.



sábado, 9 de febrero de 2013

Ensayo de diálogo imposible/opus 1


-Y qué?
-Qué?
-Qué pensás...
-Uh.
-Sí, uh.
-Esas preguntas.
-Estas preguntas.
-Las que gustes.
-Estás enculado, triste.
-No, para nada.
-Ausente.
-No.
-Aburrido, hastiado.
-No.
-Molesto por las preguntas.
-Tampoco, me parece que tengo hambre.
-Querés comer algo?
-No sabría qué.
-Improvisamos.
-Como quieras.
-Así se vuelve difícil.
-Es difícil, no se vuelve.
-Uh.
-Sí, uh.
-Todo se da vuelta.
-Ponele.
-No me gusta.
-No tiene que gustarte.
-Pero coincidís conmigo?
-En qué?
-En que no está bueno.
-Sí, no está bueno.
-Nada bueno.
-Entonces?
-Entonces nada.
-Entonces nada.
-Eso dije.
-Podríamos estar así años y años.
-Hasta morir.
-Sï, hasta que uno muera.
-Los dos moriríamos, a la larga.
-El chiste es saber quién primero.
-No parece ningún chiste.
-Bueno.
-Sos divertido.
-Sí te parece...
-No se te puede decir nada
-Lo mismo digo.
-Infantil
-Como quieras.
-Qué querés vos?
-Yo?
-Sí, vos, perejil.
-No empecemos con insultos.
-Ningún insulto.
-Perejil es insulto.
-Depende como fue dicho.
-Y como fue dicho?
-Como insulto.
-No sé, eso lo decís vos.
-Querés decirlo vos?
-No, no pienso como vos.
-Basta, en serio, es enfermo.
-Enfermo vos, vos entraste en esa.
-En cual?
-En esa lógica.
-Me aburro, me hastío.
-Estabas hastiado, aburrido, te pregunté y dijiste no.
-Cómo?
-Mentís, ocultás.
-Bueno.
-Bueno qué?
-Bueno nada, me cansé.
-Es lo que digo.
-Decí lo que quieras.
-Uff.
-Sí, uff.
-Uff, entonces.
-Todos los uff que quieras.
-Bueno.
-Bueno qué?
-No sé como terminar esta conversación.
-No se termina.
-Sí, si quiero se termina.
-No querés.
-Puede ser.
-Ves?
-Qué?
-Que me das la razón.
-En qué?
-Bueno, ahora te hacés el gil.
-No insultes.
-Es que me enervás
-Por qué?
-Por lo que hacés
-Qué hago?
-Te ponés imposible
-En qué, no entiendo?
-Decís una cosa y es otra
-No es siempre así?
-Generalizá, si tenés tiempo
-Tengo tiempo
-Generalizá, entonces
-La verdad, estoy al límite
-De qué? Límite de qué?
-Nada, en serio, dejemoslo acá
-Si lo dejamos acá más tarde va a ser peor
-No quiero seguir.
-No querés seguir conmigo?
-No quiero seguir.
-Suicidate, entonces
-Pavadas no
-Hace rato estamos con pavadas.
-Sí.
-Perdón.
-No.
-No me perdonás.
-Sí, te perdono.
-Estuve muy mal?
-No. Vos no.
-Vos?
-Tampoco. No sé.
-No sabés nada.
-No.
-Bueno.
-Sí.
-Sí.

Un escritor más


    Así, como quien no quiere la cosa pero evidentemente la quiere más que nadie, así me dijiste: escribí cualquier cosa. Y yo, haciéndote caso, como subiéndome a una montaña rusa de la que, repito, aunque quizá nunca lo haya dicho antes, de la que, repito, ahora sí, con derecho, repito que no quiero hacerme cargo de tal montaña rusa, así fue que me embarqué en esto, en esta historieta con vos y con el papel y Dios y con todo el lío...

...porque no se trata de estilo, o sí y no tiene nada que ver. Que a veces me confundo, me embarullo, que a veces, ok, meto la pata, que a veces, oh, las ganas de estar con vos me confunden, pero que recuerdo que mi deber es escribir, que hay generaciones en el futuro que van a querer leerme, que como vos decís, hay dinero en juego.

    De pronto entonces hacerte caso fue también respirar y hacerme caso en lo más profundo. Te dije anoche que tenemos tantas capas, y que en nosotros convive el niño con el adulto y el viejo, así como en cada uno de nosotros habita el mundo entero y más allá el cosmos. El Cosmos.

   Cuando nada pesa, cuando el aire es ligero y aligera a todo lo que parece pesado, ahí puede hacérselo todo, e incluso nuestro amor podría ser real.

   ¿Lo es, no lo es?

    No había vivido, hacía tiempo que no había vivido un amor irreal o un amor real, en cuanto esta condición, la primera, la de irrealidad es como si fuera su verdadera expresión, un Amor Real acaso sea un oxímoron, agrego que me gusta, que me gustó, que me encantó y que aquí hace un calor de morirse.

    Más allá están las cosas, las enormes y pequeñas y las variadas. De pronto contar una historia cualquiera, porque, dijiste, eso vende, eso garpa, eso compra. Todas tus palabras de mercado, cuando sabés que soy de familia socialista, me duele lo que hacés, pero la tenés clara, y ganamos juntos una buena cantidad de pesos.

     Entonces tirarte unas puntas sobre algo que quizá empiece en estos días a bocetar, tengo varias, varias cosas en mente, mejor despejarla para finalmente quedarse con una, quedarse con una al menos por un tiempo, un tiempo prudencial, así lo debés ver vos ahora, ahí, en tu camita paraguaya a bordo de tu crucero, cuando empezamos a “salir”, si lo nuestro fue “salir”, cuando en realidad fue más bien “meterse” en un infierno, lo digo bien, con cariño, cuando empezamos a salir no pensé que te iba a ir tan bien en cuestión de guita, y hete aquí que allí estás, oronda, tostada, vermú va vermú viene, todo esto no quiere denigrarte, soy yo el que tiene que trabajar en esto, arriar las vocales y las consonantes cual vaquitas de un mundo inexistente, llevarlas a pastar a una llanura fértil, lo vengo haciendo sin quejarme, sin chistar, te cuento algunas ideas?

    Una historia versa sobre un chabón, un escribiente, un empleaducho, muy mediocre, muy mendicante, que se encuentra un paquete de drogas y no sabe que hacer con ellas. Está en un momento triste de su vida, en realidad viene a darse cuenta de que nunca estuvo alegre, y entonces de pronto la perspectiva de un cambio lo impacta, como un camión, y se dice: ah, pero entonces puede vivirse de otra manera, muy de otra manera ( pienso escribirlo así como se piensa, así como con lenguaje popular, aunque vos, por ejemplo, o sea si debiera yo escribir como pensás vos, estaría en problemas, jaja, bien retorcida y pacata, al menos ahora que saliste del fango, te acordás cuando estabas en la lona en Marcos Sierras, o Marco Sierra, o Marcos Sierra, nunca supe, jaja, ahí bien que la yugabas, ahí bien que me necesitabas, rodeada de jipis y todo te dio un buen susto, una grosa angustia, y te saqué yo con mis versitos y con mi, en ese entonces, mirada concreta de la vida, quien me viera ahora, quien nos viera, como se dio vuelta la tortilla, no, mami? Como cambian las cosas, no me quejo, aprendo.

    Hete aquí que ando pensando en cambiar algunos hábitos, como por ejemplo no escribir tan de noche, tan tarde. No sé, quizá por la comida que vengo comiendo, horrible, horrible, estoy escribiendo horrible, no me hagas caso, te juro que cuando escriba lo que tengo que escribir voy a ser mucho más minucioso, entonces, la comida que vengo INGIRIENDO, mucha empanada, mucha porquería, y un par de veces acompañado por vino, parece que estuviera en una jineteada, en un festival de doma, jaja, y por ahí si lo hago más tranquilo, con la panza más vacía, y al atardecer, dos horitas, rinde más.

    Respecto de lo del escribiente, me lo imagino suicidado, muriendo, o sea, contar todo lo que el tipo se imagina mientras está colgado, puso una soga en su living, no es living, es un monoambiente, colgó la soga de la araña del techo, y está ahí mirando su mobiliario y va muriendo. No mal, no escabroso, con cierta ternura, como cualquier despedida sensata, cuando se es adulto. Ve su mobiliario: esa silla que por ahí, tiro ahora, heredó de su abuela, con terciopelo rojo (las descripciones van a estar buenas), y ve un telefonito de juguete que dejó un sobrino suyo (el tipo tiene una hermana, se me ocurrió, una hermana casada con un chabón al que le va bien), y así recorre su vida, su triste vida, y medio que se da cuenta que no fue TAN mala.

     Hasta ahí tengo, es un puro bosquejo, falta trabajar, falta darle mucho, pero ahí tenés... apenas me meto me viene tu cara, tus... todo eso que sabés que me gusta, lo compartido, los desayunos, en fin... no me quiero poner lacrimoso, es horrible. Lo lacrimoso mata a lo real, y ahí estamos de nuevo con la palabreja, pero es que sí, linda, un poco es así... cómo, dirías vos mirándome, a través de las burbujas de tu copa de champán, viéndome como en un mundo de fantasía, me dirías cosas como: sos nebuloso, sos raro, sos de piscis, un poco de tierra, nene, y similares frases con las cuales concuerdo pero te juro que no sé como se hace para ser como se debe, como te gusta, como... no sé.

    Es que lo real se me antoja aburrido, se me antoja pesado, y si querés discutir discutimos a fondo esa noción, porque se trata de elegir una de las fantasias, y digo una sabiendo que pueden ser millones las que estén ahí en el escaparate de las posibles elecciones, es enloquecedor... mismo al escribir, por eso demoro algunas entregas, te juro, la sensación de infinito, la sensación de poder ( y no poder) elegirlo todo es abrumadora, porque percibo, te aseguro que percibo tanto, pero tanto... como cuando juntos, quizá soy hipersensible, y un poco boludo.

     Otra historia en la que estuve poniendo un poco los sesos: una señora muy anciana ve morir una flor. Y ahí está ella, al atardecer. Sintiendo que le quedan a ella y a la flor aproximadamente el mismo tiempo. Se siente hermanada con la flor. Se ríe, esboza una sonrisa, muriendo. Nuevamente, quiero ensayar muertes que no seas oscuras, muertes como transiciones leves. Como disoluciones amables. Acaso así quiero separarme de vos, o del vínculo que tenemos, tuvimos, supimos tener. Marchitos laureles de nuestra relación en mi regazo. Ja. Nada gracioso, lo sé. No todo es muerte.

    Pero si la muerte tuviera esa faceta, que creo tiene, de posibilidad, de ingrediente sumamente real... de abismo alegre, alegre abismo, entonces todo sería más fácil... ensayar muertes, eso, esa idea... ya sé que es una idea general, una idea nada novedosa, pero nada es novedoso, yo que sé, vos en tu crucerito de mierda no me digas que tenés una manera ingeniosa de celebrar tu triunfo, todo por esa novela de mierda que escribí, y sí, sé que estoy reptiendo la palabra mierda como cualquier escritor de mierda, como uno más, porque todos somos uno más, entendémelo bien eso, negra, y te digo negra y me doy asco, esa novelucha asquerosa de un grupo de amigos, en una época creía en la amistad y ahora me cuesta, cuando tenés mal olor todos se te alejan, estoy trabajando para oler mejor, pero reconoceme que tuviste poca paciencia, poca banca.

     Ya está, descargar un poco, nada más. Hay que procesarlo, procesarlo todo, de a poco. Alguna vez hemos charlado esto, hemos charlado casi todo, sin que mejorara nada, pero charlar está bueno igual. Especialmente con vos, que tenés humor, al menos cuando tenés humor. Eso siempre lo voy a valorar, y atesorar en forma de recuerdo si es que no nos volvemos a ver. Confieso: pensé que el crucero podía hundirse. Es una posibilidad, estadísticamente baja, pero lo pensé, porque como te dije soy hipersensible y acaso hipercalculador, como un estratega, aunque si fuera estratega tal vez me harían mierda fácilmente, porque sopeso demasiado. Pero en serio, y si te morías? Qué iba a hacer yo, con quién iba a trabajar? Porque el trabajo es trabajo, aunque te quiero a vos, te quiero, como compañera y mucho más, pero basta.

Entonces eso. Morir nos toca a todos.

¿ Qué más decir que no sea darle vueltas a lo mismo? Quedo a la espera de tus opiniones. A la espera de tu veredicto. Si querés, si te apetece algo más ligero, más banal, hacémelo saber, escribime. Va a ser interesante el desafío. Esta forma de contacto es mejor que la nada. La nada vista como ausencia es bien jodida, pero sabemos, ambos sabemos que hay otras formas de pensar, de vivir la nada.

No veas esto como una caterva de reproches. Velo como una danza, como un encuentro. Velo como puedas verlo, no puedo tampoco decirte y pretender que con decirte como quiero que lo veas vos lo veas así, como quiero que lo veas.

Nada más por ahora.  


    

martes, 29 de enero de 2013

Pareja de espías/tercer episodio

   No me llevo bien con las compus, cariño, es así. Ocurre como con los perros, no crees? Por favor no hables así, me decis. Me parecía pertinente. Ya fue.

   No sé como ocurrió, apreté algo que no debía. Como consecuencia perdimos la data (¿ así te gusta, "la data"?) de un depósito clandestino de armas en Afganistán. Era una serie de fotografías satelitales. Preguntaste si no podíamos pedir que nos las envíen de nuevo. ¿Podemos? pregunté riendo. Agregué: me da calor. Y pero, dijiste. Entonces esto: ya sé que fui yo. No te culpé. No dije que me culparas, pasa que aunque digamos "nos" pasó esto, se las va a agarrar conmigo. Es así? Es así. Por qué? Porque soy el hombre.

   Ya era tarde. Ya había dicho la palabra. Ahora ya sabía yo que pensabas vos en mí como en un tipo más, uno más del otro bando, el bando masculino.

   Salimos a dar una vuelta, compraste puchos. ¿Que sería un depósito clandestino? recuerdo que nos preguntamos sin llegar a buenas conclusiones. En todo caso, ¿ qué van a hacer con él una vez localizado? Localizado ya está, el tema es tener un registro de los movimientos, personas, horarios. Sí, pero eso para qué?

    Llegamos a la esquina y vos, me di cuenta, miraste fijamente la heladería, entablando en tu interior un diálogo entre el deseo y el deber. Mirá, no sé para qué, te dije. Vivimos en el siglo de la información. La información es poder. Eso son palabras vacías y lo sabés, me dijiste. ¿Querés helado? te pregunté.

   Helados en mano seguimos caminando. Fue un error, cosas que pasan, apreté "enter" en lugar de "supr" o al revés... Así dije. Vos: por eso, no le des tanta vuelta. Es omnipotente de tu parte no compartir tu error. Yo: lo estoy compartiendo, pasa que nos puede costar el trabajo. Compartir eso sería un poco ruin de mi parte, o no? Vos: ¿ querés que lo llame yo? Lo hago, lo llamo yo y le digo que fui yo la que deleteó las imágenes. Contesto negativamente, sin hablar. Vos insistís: lo llamo yo y le digo que fuiste vos. Yo me voy calentando, encerrando, enfrascando, como te gusta decirme. No empieces, te oí murmurar.

  Desde que vivimos juntos... esbocé al rato, y fue el acabose, te ofendiste, como si hubiera sido detonada la bomba tan temida. Maldita tentación mía de cortar el cable equivocado a propósito. Entonces se hizo la nube de silencio. Hubieron pensamientos, como vibraciones, como luchas invisibles, como torsiones de dos enormes contendientes de sumo. Tuve esa imagen: cada uno de nosotros, o sea vos por un lado yo por el otro, era un gobierno tratando de organizarse, de serenar la asamblea, de reprimir focos insurgentes, tratando de sistematizar el discurso oficial para presentarse ante la delegación extranjera.

   Al pasar por la plaza y ver niños jugando no pudimos evitar pensar en eso, en nuestro hogar y en el futuro. Agaché la cabeza buscando un guijarro al cual patear, una piedrita. No había.

   Vivimos en un mundo violento, linda, ensayé decir. No me hables así. ¿Así como? Te dije linda no como te lo diría un centroamericano de esos que no existen, o sea, los que hacen doblajes. Te lo dije desde mí.

 Continué: me parece jodida la vida, y eso que no vivimos en Afganistán. No sé por qué te atajás, me decís. No sé si me estoy atajando. Parece. ¿Sí? Un poco.

   Miramos a un nene que le disparaba con una pistola imaginaria a otro que no acusaba recibo de las balas, pero tampoco desarrollaba un recurso dentro del juego para justificar su inmunidad. Me salió del alma decirle y le dije: "nene, te están disparando". Vos no sé si te molestaste o si te dio ternura, traté de no mirarte. Los nenes detuvieron su juego. El "inmune", sucio de arena y césped, me miró sonriente y vergonzoso, desde su proximidad al suelo: "no me di cuenta", dijo. Y el otro: "estás muerto ya, si te dan tantas balas estás muerto". Advertí que ya me había embarcado en una. Seguí: "bueno, la próxima fijate. Más atento, hay que estar. Si no, jugá solo". Nos fuimos.

    Ya en casa anochecía y pusiste la pava para unos mates. Yo hice que regaba las plantas, mi alma o mi espíritu o mis pensamientos estaban bien lejos, desdibujándose. Recuerdo haber pensado: ¿cómo es la frontera entre el pensar y el sentir? ¿Entre las representaciones y las emociones? ¿Están absolutamente mezcladas? ¿O hay un punto donde siendo aún distinguibles se cruzan, como cuando un río llega al mar? ¿El mar sería la emoción y el río el pensamiento? No, pensé, ahí  no cierra. ¿Tiene que cerrar? Me reí.

    Me acercaste un "verde" (no me gusta decirle así). Lo chupé. Me acariciaste el pelo. Sentí mi corazón latir y me dije a mi mismo: estoy vivo.

     Ahí, con delicadeza, me susurraste: acaba de llamar el Superior. Dice que había muchas imprecisiones en los archivos que te mandó, que te, que nos los va a mandar de nuevo con más resolución. Parece que la idea es bombardear, un bombardeo de precisión. Y preguntó qué hacemos mañana, si no da para un asadito.

    Te miré, me emocioné, me hice el boludo, disimulé, te dije te quiero y agregué: sí, decile que sí, que lo hacemos.

lunes, 28 de enero de 2013

Pareja de espías/segundo episodio

    Otro día estábamos haciendo "el amor" o en vísperas de, y sonó el telefonito y era una misión, de cierta importancia, que estaba bueno porque hacía tiempo que no viajábamos y teníamos ganas de.

   A Colombia, era la historia, y como no conocíamos el Pacífico y llegamos unos días antes de la fecha, nos fuimos ahí a mirar el mar "del otro lado" como decías vos. Estuvo bueno.

   Después nos colgamos un toque, había que estar en Cartagena, no sé, ponele, el 8 y era 6 y estábamos en otra frecuencia.

   De pronto me dijiste: che, tenemos fotos del narco? No, te dije. Tenemos que sacar fotos de él. Claro, contestaste, pero si no sabemos quien es... Uh, resoplé. Tenés razón. Mandé un mensajito al Superior y ahí me avisa, me dice, se me queja, te estuve llamando, te mandé mail, fijate.

   Cuestión, nos vamos a un ciber ahí en Cartagena. Vemos las fotos, que pum, que pam, se hace de noche, dijimos, pasamos acá o vamos yendo a la "locación", no, te digo, vamos al hotel, descansamos, y tipo 2, 3 a.m vamos a la mansión del loco este.

   El hotel no era guau pero zafaba. Zaffaroni, dijiste y me reí. tenía una tele chiquita, chiquita, por algún motivo sin sonido. Estaban pasando, curioso, imágenes del accidente de Scioli, me acuerdo que lo comentamos un toque, incluso bromeamos al respecto.

   Después yo quise y vos no. Me pareció lógico por eso no te recriminé nada entonces ni ahora.

    Focalizarse un poco. Estábamos a nivel personal en un buen momento, apacible. Eso no siempre hace que el trabajo se haga mejor. A veces cabreados y todo hemos hecho joyitas, laburos impecables.

   Nos damos una buena ducha, por separado, vos primero. Hacía calor pero no había mosquitos, iba a llover.

     En el "lobby" del hotel (encomillo cuando la palabra pinta excesiva para lo que designa) nos pedimos dos café con leche, mirábamos la calle anochecida.

    Te dije: podríamos comprar una pelopincho en Buenos Aires. Vos: para poner donde? Yo: en la terraza. Vos: puede la terraza no resistir el peso. Yo: ok, vemos. Vos: sí. Miramos relojes.

     Ahí pasó todo, un quilombo, los cristales del hotel, la vitrina, vidriera, no sé, astillándose, fijate que no recuerdo el ruido de la balacera, y sí el del vidrio al caer y el de jarrones y cosas rompiéndose, vos decís que al revés, que escuchaste el tableteo, los empleados del hotel cubriéndose bajo muebles, pasó.

     Recuerdo mi taza estaba rota, la tuya no. Tonterías de esos momentos, te saqué la taza y me tomé tu café. Vos me dijiste: estás bien, estás bien? Sí, te dije y no te pregunté si vos porque era evidente que estabas bien. Después les preguntamos a los empleados. Uno, que era colorado, dijo "no se hagan problema, suele pasar", y se reía, con un repasador envolviendo la mano que se había cortado, tranquilo, era jovencito, no más de 20, 22 años.

     Me preguntaste: "tendrá que ver con nosotros?" "No sé" te dije. "Pero por las dudas hoy no hagamos nada" dije y fue mentira porque fuimos al cuarto y tuvimos sexo y estuvo bueno.

Pareja de espías/ capitulo primero

   ¿ Trajiste el explosivo? susurrás y no te contesto por miedo a mandarte a la mierda. Hemos hecho una larga travesía a lomos de un crucero para llegar aquí, a los pies de este castillete en medio de los montes rumanos, y hete aquí que cuando las papas queman no tenemos guante para coger el mango de la sartén...

...me decís ahora que te hacés pis... que si vas a los árboles o habrá un bañito... trato de recordarte que estamos en una misión y me mirás con unos ojos tristes, casi enamorados aunque no sabría decir enamorados de qué...

   ¿ Te gusta el peligro? te pregunto. Vos te hacés la boluda y me volvés a hablar del pis, de tus necesidades, porque es medio así, ponés tus necesidades como la máxima prioridad. Yo reviso si mi pistola está cargada y te sugiero lo siguiente: corré por detrás del seto, pegá la vuelta ahí, cubierta por el montículo ese, y hacé ahí. ¿ Vos me cubrís? preguntás, y digo sí.

   Mientras tanto vigilo la actividad en el castillo, que es poco menos que nula y me inquieta. Vos vas. Te veo ir y me agarra una rara ternura... no sé, tu pequeño acto íntimo, tu indefensión, la inevitabilidad del orinar, tu fragilidad tan... humana, claro, humana. Ahí me distraigo, incluso de vos, y me pega el mambo existencial. Es un rato, nomás, me lo sacudo pronto.

   Una luz se prende en una de las habitaciones del último piso. Alguien practica con un cello. Notas al aire. Vos estás sentada, acuclillada en realidad, de nuevo la ternura, una agente del servicio secreto orinando...
...el o la estudiante de cello se cansa o se indigna y se acerca al vano de la ventana.

...ahjá, decís vos cuando volvés, todavía acomodándote el pantalón naranja que, no te dije, te queda precioso. Color llamativo, igual, no sé como no lo pensaste. Ahí está él, decís, y yo, qué hacerle, afirmo con la cabeza. No estás hiperlúcida, pienso y no lo digo.

    El es Archimbaldo, supuesto dueño del castillete, supuesto noble, supuesto enlace de los rusos, presunto homicida de Albino Scorpatti, eximio ejecutante de guitarra que además cifraba información en sus partituras para nosotros. Desgracias de la vida, lo encontraron el martes pasado estrangulado con cuerdas de guitarra.

     ¿ Y qué hacemos? preguntás ingenua, bonita, con los ojos desmesuradamente abiertos, como si quisieras, no sé, registrar absolutamente toda la información del medio a fin de, con la ilusión de que si tenés todos los datos no puede haber error. Ahí sonrío y te intento besar, me corrés la cara y repetís la pregunta: qué hacemos. Yo me siento de pronto extenuado. Nada, te digo, no hagamos nada. Cómo nada, decís. Y sí, digo. Qué significa y sí, decís. No sé, digo y la cosa se estira. Pegale un tiro, salame, tirás. Ja ja, río yo. Querés tirar, tomá, te digo y te paso la pistola. Vos, para mi sorpresa, agarrás el arma y apuntás a Archimbaldo que sigue estúpidamente en la ventana, como mirando la luna. Qué hacés, boluda, te digo y vos solo apuntás mejor y disparás, con una puntería asombrosa, casi entre ceja y ceja habrá sido, cayó con elegancia rotunda, paf, ahí queda tendido, en su jardín, muerto, y yo que pienso, claro, así es más fácil, aunque por ahí no estoy acostumbrado a hacerlo de este modo, o quizá es que soy tan apegado a como CREO que deben hacerse las cosas y nada que ver, la vida es más...

...y te miro, y vos me apurás, me decís, vamos, nene, vamos. Pero nada en el castillo se inquieta, ni el mastín ladra, ni el casero se aproxima...

    Vos corrés ágilmente, cinematográficamente hacia el auto ( bien camuflado con ramas de abedul, otra genial idea tuya, que si era por mi lo dejaba en el pueblo, en un estacionamiento que dicho sea de paso nos hubiera salido un dineral), yo te sigo, alelado, semisonriente, pensando en que quiero vivir con vos, que ya fueron los miedos, y que sí, mañana sin falta pienso pedir un aumento. El no ya lo tengo.

lunes, 21 de enero de 2013

Saber Vivir/ pequeña ficción


        Realeasing your pen, haciendo contact, soltando la pluma, haciendo la escritura por la escritura, entrenando el aceptamiento ( miento) de todo lo que concurre, como si escribieras, pibe, con la punta de tus dedos, the tip of your fingers, así llegué a escribir mis obras, sin secretos, sin crípticas volteretas, todo authentic, todo from my heart, cachai?

     Así las cosas, así, en un hotel de luxo, mirando la Shore me decidi a hacer este path, este camino de mi propia vida, eramos a bunch of writters ahí, congregados, yo ya ni sé si era Martinica, o si era el Pacific, la verdad, todo nebuloso, vale, igual vale, asi la entidad del recuerdo, y estos chamos que tiraban todo el time palabras como esas, Entidad, y bueno, aguántale, por ahí, yo estaba con esta chica porteña, no recuerdo, no me recuerdo su name, Cecilia, Daiana, Doris, algo por el estilo, y de pronto zas, no sé, algo se iluminóse, respecto, man, de la capacidad de generar literatura cada fucking segundo de mi vida, y dije, me dije, le dije a la Ceci, Dai, Dor, le dije: chama, por qué coño dividimos literatura de vida? Acerquémoslas, hagamos un buen mole con esto, hagamos vacilón y cuenta nueva.

      En la costa costica, todos tomaban ese zumo espantoso que nunca entendí su sabor, la Entidad de su sabor, chico, un zumo rosado sonrosado muy extraño con gusto, con perdón por la expresión, con gusto a entrepierna de mujerona de sesenta, cosas raras, pero como el agua estaba bonitica y bien traslúcida y la arenisca bien pero que bien blanquecina, nada importa y todos chupan que da calambre, en algún momento extrañé el sabor del buen ferné.

       Amantes de García Marquez ya quedan que bien pocos. Los Noruegos eran bien simpáticos, con ellos uno sí podía, se podía hacer migas y platicar desde otra altura. Recuerdo a uno, campeón según dijo, de un deporte que allá gusta mucho mucho, una especie de Snow algo, Thor, su nombre, pongámosle, y él era bien, como decirle, tenía esa nostlagia bien pero que argentinica en sus ojos de Dios nórdico, y le decía yo Thor, hay que escribir como se caga y tratar de modelar eso, tu crees, me decía, o digo ahora que me decía él entonces, que así es la literatura, sueño y memoria, al decir del otro viejo amargo, el irlandés, qué cara tenía, no? Pero qué cara mamita, el Samuel tan mentado, entonces volviendo, que siempre hay que volver, turning back to the first step, siempre regresar, él, Thor me decía: no sé, para mí la escritura es un suspiro...

     Más calmo, en una suerte de hamaca paraguaya empecé a escribir y escribir y escribir hasta que pulvericé las ideas, hasta que era solo un reflejo muscular, hasta que era, como decirle, un suspiro de mis músculos, una exhalación, una, sí, tal vez una ventosidad, pero tan necesaria, y se me ocurre ahí, just a blink, el espacio de un parpadeo para tener la idea genial, la idea de la literatura gratuita, de darlo todo, man, de darlo todo sin discriminar y sacar ese librico defendiendo la literatura abierta, como forma de vida, los tres consejos del Saber Vivir, tanta gente angustiada y a las puertas del suicidio, como no ayudarla, ayudarle con mi saber de bailarín-escritor, y no es que todo me sea fácil, solo que cuando haces unas buenas tajadas, you know, de dineruco bien sabroso y que te recompras alguna provisión de drogas al principio para festejarle y luego por miedo, pues sí, el éxito trae miedo, entonces te amarras-

     A la vuelta del Caribean estuve en El Abasto un toque depressed, you know, un toque cerca de tirarme a las vías, Buenos Aires es tan Buenos Aires y yo en el fondo soy tan otra cosa, soy de espejo simple, me entiendes? No soy de voltereta, soy llano, me gusta la cama bien tendida, las caricias directas, el polvo fresco y a otra cosa mariposa, que también hay que saber como usar el lenguaje del pueblo, por eso la filosofía, ojo, man, que te pasas de rosca y es como la droga, como la cocainita, te deja bien de garpe, te aísla, entonces ve, te digo, ve y toma una clase de salsa, agita el esqueleto, únete a la plebe, la plebe es la que te da de comer, chamo, no le muerdas la mano, no te subas al Monte Sinaí, sin ahí registrar que estás bien lejos de tu punto fijo interno, ese punto que te conecta con the absolute nothingess of this life, que es el Amor.

     Así, como quien no quiere la cosa, recuerdo, literaturo ( olha ahí, que verbuco me mandé), entonces, repito, literaturo que Ceci, Doris, Dai, me dice... opa, no sabía que tocabas guitarra, porque vio mi guitarruca, una ahí medio desvencijada de mi tiempo en que creía que así la ponía más, y me la alcanza y ella empieza a resquebrajarla con sus uñitas, y le digo: dame eso, mujer. La tome entre mis brazos, a la guitarrela, y la empiezo a acariciar así como a mí me place hacerlo, y guay, si hubieras oído esa musiqueta, oh, my, eso era fluír, eso era la comunión, de pronto sentí, poca drogela en mi sangre, juro, sentí que la habitación exhalaba conmigo, ese con-migo que ya era un con-nosotros, un nosotros que a esta altura era un con-yo gigantesco, y nada de CON, porque el Con, si me sigues, Con-nota la posibilidad del Sin, y aquí era muy otro mambo.

    Entonces la mujerinha, muy ella, me dice: tocate una de Sandro. La miré como quien no mira. Y aquí las versiones difieren, que al fin y al cabo siempre la literatura, la vida, qué va, son versiones, versions, you know, if you get what I mean, porque ella o alguien dice que la golpeé y otros dicen que hicimos el amor, como nunca, como nunca, oh, y entonces, a quién creerle, porque cualquiera puede maquillarse un bruise, una moretona, entonces, vamos, que todos queremos vivir una historieca genial y como en las pelis, pero esto es real y fucking real, tanto como que hice mil maletines y me vine para London, que aquí se está de perlas, y la diversity Cultural es un alivio para el cuore, planeo luego seguir viajando y ver si editoreo aquí mis librucos del Saber Vivir, que escribiendo se van las penas, mamita, se van...