lunes, 25 de junio de 2012

Hay seres cuya naturaleza intrínseca es asimilable a la de la baba. Seres inatrapables, seres diríase como aliento de fantasma, esquivos, cual humareda, seres ahumados y ausentes, o bien, diríamos, diríase, gente que es puro gesto, puro amague, pura intriga y detrás, vacío.

También la idea del Mercurio viene bien para graficar su comportamiento: bolitas atractivas y elusivas.

A veces se me da por pensar: no vale la pena usar mi tiempo en intentar interpretar, intentar predecir, intentar domesticar, intentar comprender siquiera sus maniobras estrambóticas. Pienso también que no vale la pena interpretar ni predecir ni domesticar ni comprender nada.

Claro, entonces desemboco en otro cauce, en otro torrente de pensamientos que dicen: estos seres están aquí para enseñarnos algo, enseñarnos que hay maneras de cercar la nada, de envolverla, de simular que no existe.

Pero la Nada, oh, gloriosa, silente, preciosa Nada está ahí de manera genuina, central, apacible. Y ella es fértil, ahhh, sí que es fértil... mientras no la disimulemos, mientras verdaderamente nos zambullamos               ( conjugación que suena extraña, lo sé) en esa plenitud nula, en ese profundo y llano cero que se multiplica hasta el infinito.

Cosas raras. Raras cosas. Malabarismos del pensamiento. Vaporoso juego con lo poco que hay en las manos nuestras. Fugaz comprensión de lo fugaz.

Hay seres tal vez quizá en exceso concretos. Seres, pongamos, de concreto. Cuadriculados. Previsibles y con agendas gigantes y de mármol. Seres cuya tarea parece ser limitar los escurrimientos de lo existente, sus fugas y babosidades, viscosidades.

Apresuradamente diríamos que lo mejor es tener un poco de cada cosa, si no nos sonara tan boluda semejante conclusión. Luego diríamos ( estamos con ganas de decir, se ve) que no es necesario producir
conclusiones inteligentes. Hay algo en el carácter mismo de la conclusión que es por fuerza falso, dado que nada ( NADA) se detiene, chicos. Por mucho que duela, la cosa ha de seguir tras nuestra muerte, y tras la aparente certeza volverá la confusión, la contradicción y el intento de domesticar... ay, la humanidad... cuánto trabajo nos damos...

tan aburridos estaremos?

domingo, 10 de junio de 2012

El tema es que podría uno y según desde donde se lo mire seguir escribiendo eternamente, no me refiero a eternamente de veras, que eso sería un despropósito, una licencia de la imaginación que aquí no toleraremos, pero claro que no.

En fin, decíamos que podríamos, claro que sí, se podría escribir eternamente, largo y tendido, podría escribirse durante largo rato, digamos, por ser civilizados y conciliadores, podríamos largo rato estar tecleando, estar paveando sobre la superficie del lenguaje, sí, y eso sería acaso recreativo, acaso necesario, sostenerse en el Tiempo por medio de la palabra.

gran cosa! y qué con eso?

tal vez la Libertad, ni más ni menos.

Ella misma, la sensual, la inmensa.

Un día la conocí y cada tanto entonces me visita, desde entonces, digo, claro, con disculpas.

Así las cosas me entretiene pensar que al escribir, al estar en esto, al sostenerse en el tiempo por medio de la forma, entonces bueno, uno puede escupir vocablos y modelar impulsos, y así durante largo rato, tendido rato, se entiende? claro que sí, pero en fin.

Cosas hay que complican a las cosas, y la primer cosacomplicadoradecosas es el jodido principio de Identidad. Viejo duro hueso de roer impracticable.

Colmillos de lo que... del fantasma que dice que yo... de ese dedo que me acota y me define... me dibuja y me borronea...

que si no, intento decir, podría ser una gran profusión, un derretimiento de Glaciares, una fiesta de... generosidad... suena soberbio, lo sé... pero vamos! que si no tuviera la maldita tendencia de mirar por sobre mi hombro para ver si sigo siendo eso que dice en alguna cédula mal impresa... entonces, digo, caramba! como sería la cosa... un vendaval, un huracán, un ventarrón...

nadie se asuste...

todo sigue en su lugar...

solo que los ojos vuelan

sudan

cambian

tiempan ( por decirlo pronto y entonces mal)

Los ojos como Cosmos... ay, los ojos...

cuando son claros me recuerdan a mi madre. Duro? pero es así... sí?

cuanta duda en el trascurso...

cuanto remo indeciso...

cuanto desvelo...

pero eso es claro, evidente... rumiar de Descartes frente a su estufita...

exhibiciones impúdicas...

A fin de cuentas se trata de hacer como Orfeo y seguir adelante, en la loca presunción de que nos siguen, de que leen nuestro Blog, de que esta misma oración es acompañada fielmente, devotamente por imaginadas miradas cual Eurídices, por retinas amantes, por almas si se quiere fulgurantes en la oscuridad del Infierno...

se trata quizá de cantar y de no oír el arrullo del propio canto... de respirar y seguir emitiendo las notas... de anhelar y confiar y de no mirar por sobre nuestro hombro...

están ahí?

...


Ahora es la palabra de ahora, la que ahora, la que si no ahora nunca, y ya entonces irremediablemente perdida. Ahora con la respiración de ahora, con el momento, con el compás de ahora, con este latido, con esta luz, la de esta bombita de bajo consumo, en esta cocina, esta cocina con la mesa negra, con el pan lactal a mi derecha, con la taza con té de cedrón ya frío en su interior. Repito entonces, ahora la palabra más de ahora, aquella que si no concurre ya, ahora, entonces ya será no, ya no será, ya será un poquito de mentira, un poquito de empeño, de esfuerzo. Y entonces, digo, ESE entonces ya no será ahora, lo que ahora pasó, lo que perdimos y se fue. Debía irse, cierto, para cederle el paso a OTRO ahora, un ahora que cabalgado como es debido puede conducirnos a otros felices ahoras, a Reinos de presencia en los que sin duda habrá palabras, palabras como banderas o como fusiles, o como semillas, como cosa plantada y transplantada, cosa quizá como envasada, embutida, y entonces muerta, enviada como sucedáneo de otros ahoras, como sarcófago de momentos que pasaron, que no tuvieron su fruto, su palabra, su coronación.

Ahora prosigue el tren de eventos, el tren de instantes, el tren de qué? de instantes, de encrucijadas, de líneas, de puntos y de fugas, de espacios y volúmenes milagrosamente comprimidos en un AHORA, en un Suceder, en un misterioso terremoto de actualidad, en un desgarrón sorprendente en la tela, esta que decimos es eterna, esta que creemos resiste todo, esta que es tan frágil, mi Dios...

Hace un rato era un niño casi rubio, de pelo lacio, un niño regordete... ese era yo y soy aún bajo mi cáscara de ser ahora esto que aparento estar siendo. Debajo, mis cinco, diez, quince años. Debajo o detrás también el brumoso futuro y todas las metáforas indescifrables. Todas las direcciones y todo el material.

Menudo entuerto el mísero escuálido ahora. Con su transparencia difusa, con su opacidad entera, su concavidad inexplorable. Su tendencia a escapar, su cuerpo resbaladizo, viscoso.

Misterio, ya dije? dije, sí. Dije. Y pasó por las hendijas. Se escabulló, pequeño roedor, pequeña lauchita, hacia el lago del pasado.

Pasado, dije? siempre me quedo corto.

miércoles, 6 de junio de 2012

No le daré al mundo lo que el mundo dice que de mi espera.

No daré de mi lo que yo digo que el mundo espera.

No esperaré a que el mundo formule claramente lo que desea de mí.

No esperaré a que mi deseo, lo que digo que deseo y lo que deseo que el mundo espere de mí se confabulen y reconcilien.

No desearé del mundo más que mi deseo de Mundo y de mí, de Vida, que le dicen, de peso, que le dicen, de gracia, que le dicen, de Amor, así, que le dicen.

Desearé palabras para esos momentos en que el cuerpo no me dé más.

Desearé compañeros de danza para cuando las palabras estén anquilosadas, perezosas, soberbias y obscenas.

Desearé a veces diluvio, a veces tormenta, para quedarme en casa a escribir, a soñar, a besar los senos de la Soledad. Esa soledad que a veces es tan perra, tan putita, tan madrasa, tan de contarme cuentos.

Desearé quizás y a veces que me toques el timbre e interrumpas el incesto que sin duda estaré llevando a cabo conmigo mismo, que soy hermano de mí por ser hijo de la misma madre, del mismo padre.

Desearé entonces que hagas eso que por ser otra, por ser otro, sin duda sabés hacer: sabés no ser yo, sabés ser espejo, sabés ser rebote, ser dureza, ser pared, sabés sin duda y a veces ser remolque, y compañía y bofetada certera en la hora precisa, la hora señalada en la que sin duda y por supuesto me extralimité.

Te quiero tanto por tu tendencia salvaje y en ocasiones a insistir en vos y en lo que sos, en lo que decís que sos y en lo que el mundo acaso o siempre o a veces decís vos que espera, que desea que seas, si bien no siempre y si bien es cierto que a la noche te entra miedo y quizá y a veces y en ocasiones tengas ganas de que yo, sí, yo, y no otro, te abrace y te permita y te ayude a dormir.