Nada que hacer, cuando hay cuerpos alrededor nuestro, sudados y generadores de sudor. Cuerpos irritados, hastiados, cuerpos comprimidos, doblados, detenidos. Es tan poco fértil putear y rezongar como tocar bocina insistentemente cuando es EVIDENTE que el bloqueo no tiene que ver con la sordera de nadie, cuando es EVIDENTE que el movimiento de moléculas de aire que el sonido suele producir NO-ES-SUFICIENTE como para mover autos detenidos en la calle. Es el baile que tocó. Cada instante, digo, es el baile en el que se está. No sirve añorar otra danza. No ahora. Esa energía de desplazarse con la imaginación a otro lado, donde se DEBERIA estar, solo puede multiplicar la irritación, la propia y la de los que están en torno.
Ahora me muero de sed. Uno se preguntaría: por qué no va y bebe? Y yo no tendría respuesta. De qué sirvió construir esta hipótesis? Es un claro ejemplo de la tensión entre presente y futuro. Sé que, y me gustaría que quien lea esto lo sepa, dentro de muy poco voy a estar bebiendo ese vaso de agua fría que imaginé al tiempo de escribir la palabra "agua fría". Pero eso será después.
En un rato, breve rato. Por ahora está siendo satisfactorio escribir sobre ese momento. Y extrañamente, no atiza mi necesidad, no me hace sufrir más la sed. ¿Será esa la extraña función del Arte? Del mismo modo, al viajar en colectivo en, digamos, pésimas condiciones, pensar en lo que puedo escribir o actuar en relación a lo que vivo, hace interesante el momento. Y de pronto me encuentro llegando a "destino" ( mi casa, el vaso de agua) con dos bienes ganados: un vaso de agua ( un llegar a casa) y un texto que lo rubrica y multiplica. Qué vida me doy.
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